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La vida después de decir No.

not even in your dreamsSiento que cada vez que escribo un post comienzo con una disculpa por haberme demorado tanto entre publicación y publicación. Más que una disculpa, prefiero comenzar éste con una justificación que me ayude a haceros entender el por qué de este retraso. Si habéis seguido el hilo progresivo de mis últimos posts estaréis al tanto del desgaste tan grande de ilusión que el mundo precario de la publicidad ha tenido sobre mi. Hay gente con mucho aguante y otras con poco. Imagino que pertenezco al segundo grupo. Después de mi estancia en una de las mejores agencias de publicidad de España, decidí irme a Berlin a coger aire y ver qué había ahí fuera después de mis 6 meses como becario.

Durante el viaje, tomé la decisión de apartarme durante un tiempo del sector. En Berlín encontré evidente que salir de la universidad y tener un trabajo estable es algo que te recorta demasiado la vida. Ni un paréntesis. Ni una pausa. En Alemania una vez acabado lo que para nosotros es el bachillerato, a los jóvenes se les da un tiempo para que viajen, se den cuenta de lo que realmente quieren y determinen cuál será su futuro. Y siempre sentí que, a pesar de haber estudiado lo que yo realmente quería en ese momento, no tuve esa oportunidad. Y por esta sencilla cuestión, me sentí traicionado. Traicionado por un sistema educativo que trata de formarte no como una persona, sino como un empleado. El sistema educativo actual te prepara no para pensar por ti mismo, no para buscar nuevas formas o avanzar, sino para solucionar problemas, aprender de otros que vinieron antes de ti, pero nunca para fomentar tu capacidad para generar nuevos contenidos. Y me sentí traicionado al reconocer que durante toda mi vida se me llevó de la mano. Estudiar la primaria, luego secundaria, acabar con el bachillerato y meterme en la universidad. Y una vez acabada la universidad… el vacío. Ya no hay manos. Si quisieras, un master, un curso, pero más allá de todo eso, nada. Todo el peso del mundo cae sobre tus hombros y la culpa por no sentirte a gusto en el mercado laboral para el que habías estudiado no hace más que incrementar cada día. Y con 23 años sentir todo ese peso, que has malgastado gran parte de tu vida, es demasiado que soportar. Y ese mismo peso, es el que me hace cuestionármelo todo. Eso y ver que la inmensa mayoría de mis compañeros de universidad van hacia un mismo camino y soy yo el pez que trata de ir a contracorriente. Nunca he sido la clase de persona que tiene la iniciativa suficiente como para empezar nada por su cuenta. Pero este año ha sido determinante para descubrir -en mi propia opinión- cómo funciona el mundo, cómo no quiero tomar parte de el, y ante la imposibilidad de renunciar a este tipo de sociedad, decidiré qué papel tomaré dentro de ella, aprovechándome de él y contribuyendo a mi manera.

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